Con ponchos, zampoñas, quenas y charangos, Savia Andina homenajeó a los taquiraris y a los carnavales de la ciudad anfitriona. Uno de los testigos de estos honores, fue el mismo compositor de una de las canciones más lindas de esta tierra, José René Moreno, que aplaudió desde una butaca de la penúltima fila de la ‘Casa’ la interpretación de El carretero, que así viejo y desvencijado, paseó elegante por el escenario con aires andinos.
Respetuoso y humilde, Gerardo Arias agradeció esa presencia, y al ser nombrado, Moreno se puso de pie y saludó quitándose el sombrero, que llevaba estampado el escudo cruceño. Fue un momento especial, el saludo de dos culturas hermanas.
Latinoamérica, en dos horas
El condor pasa, estandarte musical de la cultura incaica peruana, abrió la noche. Con él, el enganche fue instantáneo, pues desde entonces los aplausos no bajaron su intensidad y menos cesaron. Flor de un día y Por qué estás triste antecedieron al momento ‘cruceño’, dedicado a José René Moreno, en el que luego, los carnavalitos Trapiche y Flor de caña mostraron la versatilidad de la quena. La sala se iluminaba con la luz de los celulares, que registraban esta fiesta hasta entonces sudamericana.
Luego Savia Andina abrió sus alas y voló más lejos, hasta Colombia, con la cumbia La pollera colorá, a Venezuela con el joropo Alma llanera y a Paraguay con la versión de camdombe de Negro José.
Siguieron morenadas, cuecas y más de una veintena de temas, pero el tiempo se detuvo al momento de Soy minero, tan triste y emotivo, como es tan boliviano.
Fueron muchos pedidos de “otra” para los músicos, y aunque éstos complacieron a todos, no alcanzó, pues los tres días fueron rebasados de público, por lo que prometieron regresar en mayo
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