Una artista como Luzmila Carpio, que ha sabido superar la discriminación por el mero hecho de ser mujer y originaria y ha conseguido llevar su mensaje y su cultura por todo el mundo, merece un homenaje. El politólogo Hugo Vega Plaza ha estudiado su vida y su obra en el libro Luzmila Carpio en el escenario mundial, que va acompañado de un CD con 13 canciones de la cantante y que se va a presentar el jueves en el auditorio del Banco Central. Para escribirlo, Vega ha colaborado estrechamente con Carpio, quien asistirá y cantará en la presentación.
— ¿El libro lo ha escrito con ella?
— Lo he escrito yo con su ayuda. Empecé por mi cuenta y luego le envié lo que ya tenía escrito. Le gustó mucho, así que nos pusimos a trabajar juntos y me ayudó a precisar todos los conceptos y los datos y a interpretar y traducir al español las canciones en quechua y en aymara. En parte conectamos bien porque yo también soy del norte de Potosí, hablo quechua y comparto esa lógica que ella tiene.
— ¿Por qué un estudio sobre la obra de Luzmila Carpio?
— Hace años escribí un ensayo sobre el cambio climático y estaba pensando cómo se podría abordar este tema desde la música. Entonces vi una entrevista larga de Mariano Baptista Gumucio en 2001 a Luzmila y ella me pareció que era como una mediadora entre nosotros y la Pachamama. Tiene una mirada absolutamente distinta a de la racionalidad moderna y a la idea occidental del desarrollo que agrede a la naturaleza. Representa esa lógica de los pueblos originarios que respeta y anima a la vida.
— ¿Entonces es un libro sobre música y poesía o sobre sociología y política?
— A lo que Luzmila expone en su música yo le doy contenido categorial, científico, haciendo un recorrido por toda su obra y por toda su vida. El libro son cuatro capítulos. Los dos primeros analizan su trayectoria utilizando categorías sociológicas y políticas, como el poder, la cultura, la colonia... El primer capítulo es más biográfico, habla de cómo se construye su pensamiento, de la subjetividad de Luzmila desde niña a través de su relación con la comunidad, con su madre y con la naturaleza, especialmente con los pájaros…
— ¿Qué contenidos tienen sus letras?
— Yo, la verdad, de música casi no sé nada. Mi idea es explicar los conceptos clave de 13 canciones que fueron publicadas en los 80, 90 y 2000. Elegí las que me parecieron más significativas no desde el punto de vista musical sino por su contenido, su mensaje. Las agrupo según los temas que desarrollan o en los que se inspiran. Aquí hay categorías interesantes: la economía comunitaria, la economía para la vida y el vivir bien. Luzmila, ya desde la década de los 80, habla del vivir bien en sus letras y trata todos los temas desde la racionalidad del ayllu, que es la suya. Sus letras son un reflejo de toda una cultura, de una realidad, de una forma de ver el mundo. No hablan solo del amor y el desamor, sino del problema económico y productivo, tratan de la fiesta, de la alegría de producir, se refieren a las diferentes variedades de papa, al maíz, a la alegría de celebrar. Y es importante porque ahora casi hemos olvidado eso, el celebrar.
— ¿Y cuánto tiene el libro de biografía?
— El título lo resume todo. Habla de un proceso que comenzó en el núcleo familiar y que ha alcanzado una dimensión universal y lleva por el mundo el principio de que es posible un cambio de racionalidad. Toca con músicos, franceses, alemanes… acaba de actuar en Buenos Aires… Por eso ameritaba un análisis sobre cómo Luzmila, con su música, está llevando una forma diferente de pensar e incluso de sentir por el mundo. Ella dice que ve el libro como una interpretación de la trayectoria general de su vida. Dice que cuando ha visto mi obra se ha reafirmado en que no se ha equivocado, que el trabajo de casi medio siglo de mantener y promocionar por el mundo la cultura de ayllu ha sido provechoso.
— Una carrera y una vida muy meritorias, entonces…
— Claro. Que una mujer tenga esta trayectoria en un ambiente colonial, machista, es todo un logro. De niña era discriminada, no aprendió a hablar español hasta los 11 años y le decían que su música no valía, que era cosa de indios. Pero demostró que había nacido para cantar y transmitir su cultura. Tiene una voz dulce, de por sí habla como si estuviese cantando, y cuando imita a los pájaros parece un pájaro. Hasta en Europa se han dado cuenta de que lo suyo es muchísimo más que una voz y unos colores que deslumbran. Es una poeta con talento innato que ha recopilado el saber de los ayllus y ha sabido adaptarlo a su vida.