“Tuve que esperar a que mejore la tecnología para volver a Bolivia; ahora tenemos un internet de alta velocidad, de hasta 25 Mb, que nos permite enseñar fácilmente. Yo trabajo con 10 Mb y es suficiente para enseñar. Creo que si no soy el primero, soy uno de los primeros y de los pocos que enseñamos el charango por Internet”
Con 35 años de carrera musical, primero fue alumno y luego profesor en el Centro Cultural Masis. Vivió posteriormente durante 25 años en Canadá, adonde había llegado después de realizar varias giras por el mundo.
De nuevo establecido en su natal Sucre, el maestro Willy Ríos se ha propuesto formar nuevas generaciones de charanguistas —sobre todo, solistas— para rescatar la música tradicional e instrumental no comercial que, según comenta a ECOS, está desapareciendo.
Ríos enseña a tocar este instrumento típico en persona y también por internet. Tiene alumnos de varios países, algunos muy lejanos como, por ejemplo, Catar.
En Sucre, abrió su escuela “Charangueando”. Tras una exigente prueba de aptitudes, comenzó con 12 alumnos. De los 12 quedaron ocho y de los ocho, solo cinco. “Cinco buenos alumnos”, remarca el profesor, y los menciona: Tiago Pasquier, Fabián Jaimes, los hermanos Héctor y Montserrat Márquez (nietos del guitarrista Víctor Márquez) y Alejandro Zabdí Vargas Ortega. “Estoy muy orgulloso de ellos”, complementa.
ECOS. ¿Por qué volvió a Sucre luego de 25 años?
Willy Ríos (WR). Son dos cosas que me hicieron pensar que era el momento de volver: uno, la familia, estar con mi mamá, que tiene salud y hay que aprovecharla, recuperar esos 25 años de ausencia; lo segundo, dejar algo de lo que aprendí en Canadá, porque es una escuela muy importante el vivir en otro país, aprender una cultura nueva y, sobre todo, aprender otra música que puede enriquecer mucho a los músicos de Sucre.
Gracias a las redes sociales, yo siempre estoy siguiendo lo que pasa en Bolivia a nivel musical y me di cuenta de que hay una euforia por la música comercial, que no está mal, es un gusto de la gente, pero la música instrumental que no es comercial, en charango, sobre todo, está lastimosamente desapareciendo. Podemos contar con los dedos de la mano los exponentes de charango en Bolivia…
Por esa experiencia no solamente en Canadá, sino también en Japón, donde viví cinco años, me nació la inquietud de transmitir (mis conocimientos) a una nueva generación de alumnos que empiecen desde pequeños. De eso se trata la escuela “Charangueando”, donde la primera versión son alumnos becados, ellos no pagan nada, están bajo mi responsabilidad y en tres meses hemos logrado un trabajo muy grande.
Entonces, la primera etapa de mi parte está bien
cumplida, con mi mamá, y la segunda parte también, con mis alumnos.
ECOS. ¿Hay pocos charanguistas en Bolivia?
WR. No es que no hay charanguistas, lo que no hay son solistas de charango. Un solista de charango es una persona que va a dar conciertos: el charango es el primer instrumento, sea un grupo o lo que sea, el charango será el instrumento que lleve “la primera voz”, digamos. Hay charanguistas que tocan en grupos, pero es diferente el trabajo de músico de un grupo a ser músico solista.
ECOS. ¿Por qué no hay solistas?
WR. Porque la música instrumental en Bolivia no está siendo muy apoyada. Lo que queremos es cambiar eso (diciéndoles) a los jóvenes que se puede vivir de la música, porque yo lo estoy haciendo: puedo enseñar por Internet a gente que está en diferentes lugares del mundo. Tengo alumnos de Argentina, Chile, España, Italia, Francia, EEUU, Canadá, hasta en Catar; o sea, he logrado hacer una carrera musical con el charango.
Hay que cambiar esa mentalidad que tienen los papás, sobre todo, hacia los músicos; dicen: “ah no, si mi hijo va a ser músico, va a ser un bohemio. ¡No!, le tiene que gustar una profesión”. Pero, se puede llegar a ser algo diferente; eso es lo que yo quiero implantar en mi escuela, que sean músicos profesionales de charango solista.
ECOS. ¿Enseña a tocar el charango por Skype?
WR. Es una linda idea, porque en Canadá hay días que hace menos 50 grados y, con esa temperatura, uno no sale afuera; o hay una tempestad en la que cae como un metro de nieve y uno no puede manejar. Yo tenía que vivir de algo, tenía que enseñar y un día cayó una de esas tempestades y un alumno me dice: “no voy a poder ir, hagamos la prueba por Skype”... Hicimos la prueba y funcionó muy bien. D ahí empezó la idea de que el charango se puede mostrar a todo el mundo vía internet; solamente se necesita una buena conexión.
Ahora ya se puede en Bolivia. Tuve que esperar a que mejore la tecnología para volver a Bolivia; ahora tenemos un internet de alta velocidad, de hasta 25 Mb, que nos permite enseñar fácilmente. Yo trabajo con 10 Mb y es suficiente para enseñar. Creo que si no soy el primero, soy uno de los primeros y de los pocos que enseñamos el charango por Internet.
ECOS. ¿El salay, la morenada o el caporal es la música comercial a la que se refiere?
WR. Es una música muy linda y muy comercial. Si yo retrocedo en el tiempo en Bolivia, los músicos éramos gente bohemia que nunca íbamos a entrar tal vez a un escenario elegante. Había conciertos, había actividad, pero no había música como se ve ahora en un cumpleaños, en un bautizo, en un matrimonio. Hace unos diez años ha empezado esa revolución de integrar la música boliviana, andina en general, a todo tipo de actividad. ¿Qué quiere decir eso? Que el músico ahora puede vivir de la música, recibir una retribución económica, tocar tres o cuatro veces por semana. En mis tiempos, con Los Masis eran viajes afuera, pero dentro de Bolivia eran muy pocos, festivales…
ECOS. ¿Algunos ritmos como el kaluyo, por ejemplo, están relegados?
WR. Como son ritmos que no son bailables, tienen ese riesgo de perderse. Seguramente el kaluyo lo siguen tocando en Vallegrande, o en las zonas donde es popular, pero si nos ponemos a analizar los grupos recientes que están sacando sus discos, usted no va a escuchar un kaluyo, ni siquiera las cuecas, los bailecitos, a no ser Tupay, que ha hecho un buen trabajo con los estilos de cueca bolivianos. Un grupo de jóvenes, ¿qué graba? Siempre va a ser lo mismo: salay, caporales o sayas, y todo lo que se pueda vender.
(…) Me imagino que ha sido Mauro Núñez el primero que ha llevado el charango a un escenario grande, a un concierto en Argentina, en Perú; él ha estado difundiendo el charango. Y de ahí vienen sus alumnos, como Jaime Torres. Cuenta una historia que cuando vino a Bolivia le negaron tocar en un teatro porque le dijeron “no, esa música es de chichería”. Imagínese ahora dónde está el charango… es un instrumento que es muy envidiado, y hay mucho conflicto sobre el origen, sobre todo entre Perú y Bolivia. Pero bueno... yo pienso que en vez de separarnos, debería unirnos.
ECOS. ¿Quiénes han sido sus maestros?
WR. Mi profesor es el licenciado Tito Tapia, a quien agradezco toda esa experiencia que me ha brindado, su paciencia…; hasta ahora nos reunimos de vez en cuando con el grupo Aquí Bolivia, del cual somos fundadores. Tito Tapia era un integrante de Los Masis en esa época y también profesor. Después él, por motivos de trabajo, salió del Centro Cultural Masis y yo volví a los 18 años para ser profesor y miembro del grupo Los Masis.
ECOS. ¿Qué advierte de la cueca chuquisaqueña que se toca hoy?
WR. (…) En mi opinión, a las cuecas las tocan muy rápidas: no tienen el gusto que tenían antes, en la época de Simeón Roncal. Antes la llamaba “una cueca señorial”, muy elegante, de salón (…) Pero ahora, si vamos al otro extremo, hay cuecas cuya introducción te invita a bailar. No estoy en contra de lo comercial, porque en una fiesta sin esa música no sería fiesta. Yo estoy más que todo remarcando que no hay cultores de la música tradicional, (y) me incluyo: como viví fuera de Bolivia por 25 años, tal vez perdí esa inquietud de seguir con la música chuquisaqueña. En Canadá me estaba absorbiendo la música de otro lado: la árabe, la china, la italiana, la canadiense, y para trabajar en música uno tiene que aprender toda esa música. Entonces, yo aprendí que el charango se tiene que adaptar a cualquier tipo de música, desde rock, jazz, blues, a música árabe. Estaba en ese camino, que me gusta mucho, y justamente quiero transmitir también ese conocimiento. Pero, del otro lado, quiero volver a mis raíces y tocar esta música tradicional. Estoy comenzando una colección de instrumentos comprando los charangos de 12 cuerdas, los charangos más grandes, los charangones o “machu charangos”. Cuando estaba en Los Masis era muy aficionado a la manera de tocar tradicional.
ECOS. ¿Qué pasó con el charango de cuerdas de metal, típicamente chuquisaqueño?
WR. Ahora son pocos los intérpretes del charango de cuerdas de metal. Podemos hablar de don Flavio Zorrilla, que es un gran exponente del charango de 12 cuerdas y que va a tocar una cueca como debe ser. Si fuera un instrumento popular, oiríamos muchos más nombres, pero no; eso nos da un indicio de que el instrumento está desapareciendo. Hay que volver a retomar el instrumento.
ECOS. ¿Toca de oído o aprendió a leer la música?
WR. De oído. Pero hay cosas que tuve que estudiar, como armonía, por ejemplo. Las aprendí por la experiencia de tocar con gente de muy alto nivel musical: llegué a tocar en Berklee College of Music, EEUU, que es la escuela de música más famosa del mundo; nos invitaron con mi grupo para ir a tocar y ellos nos acompañaban. Imagínese, había como 50 músicos con su partitura, en la mejor escuela y, nosotros, con nuestro charango, tocando (de oído). Nos miraban asombrados, (nosotros) haciendo solos de charango en Berklee.
De oído… es que me quita el estrés. Yo pienso que cuando uno se pone a leer, no siente realmente la música porque su concentración está en lo que viene, hasta que lo aprende de memoria. Entonces, prefiero aprender la melodía y cuando uno tiene el dominio del instrumento, se siente seguro de lo que hace, entra el sentimiento: es la última etapa de la música. La primera es la técnica, buscar el sonido; una vez que dominas eso puedes pensar y saber lo que estás haciendo. Si no pasas esa etapa, vas a tocar tal vez rápido, muy fuerte y no estás transmitiendo lo que se debe transmitir.
ECOS. ¿Compone Willy Ríos?
WR. Grabé un disco de solista que se llama “Para Ti” y ha ganado un premio en Canadá como el Mejor Disco Instrumental; tengo el orgullo de haber obtenido ese premio. Ahí hay 14 composiciones mías, entre ritmos bolivianos, medio bolivianos y de otras partes. Luego, participé en 25 a 30 discos con diferentes grupos; por eso digo la diferencia entre ser solista y estar en un grupo.
Una composición está dedicada a don Julio Lavayén (cochabambino de Cala Cala), que era un gran exponente de la música y tuve el agrado de conocerlo; se llama “Caminando”, porque los últimos que estuve con él, él estaba ciego, perdió la vista y yo lo llevé caminando hasta un lugarcito donde le gustaba tomar su leche de soya. Me salió esta composición pensando que un día todos vamos a caminar así, como él.
Los interesados en las clases de Willy Ríos en Charangueando pueden comunicarse al celular 73985857. Página web: www.willyrios.com •