Es director de Cultura en la Gobernación, puede tocar todos los instrumentos autóctonos de Tarija, pero lo suyo siempre fue la guitarra. Nelvin Acosta es un nombre que resuena en el ambiente del folklore,
al ser el arreglista y compositor que recobró el estilo criollo de los ritmos tradicionales chapacos dándoles un sonido fresco e innovador.
En el bario Palmarcito, allá por los años 80, corría descalzo un alegre niño travieso y querido entre sus amigos. De su cuello colgaba una onda que denotaba su puntería y era además experto lanzador de trompo; sin embargo en sus momentos de soledad se adentraba en la naturaleza de los alrededores, donde iba descubriendo mientras crecía, la vida y sus sonidos.
Su destino no iba por la zanja de lo convencional y llevaba dentro una inquietud por expresarse. Fue criado por su madre, de nombre Gladys y su abuelo, Teófilo Acosta, quien se esforzó para sacarlo adelante pese a ser de condición humilde.
Un día el niño tuvo una experiencia musical, vio por la televisión al legendario Ritchie Valens, el creador del hit musical de todos los tiempos “La Bamba”.
Su abuelo que era zapatero, al ver cómo Nelvin con tan solo ocho años admiraba a los guitarristas, decidió darle una sorpresa. Un día, don Teófilo dejó los trabajos de remiendo de calzados de lado, y entre la penumbra tenue, sus manos se convirtieron en las manos de un lutier, dándole tras varias horas de trabajo, forma a la que sería la primera guitarra de su hijo.
Cuando Nelvin la tomó en sus manos sintió cercano el poder musical que tenían los artistas que tanto admiraba. Pese a ser una guitarra de venesta, que como cuerdas llevaba seis alambres extraídos del chicotillo del freno de una bicicleta, el pequeño la abrazó sintiendo los primeros galopes de ilusión en su vida.
Todavía no lo sabía pero era hijo de un padre músico, tal vez eso influyó en que logre en un corto tiempo, sacarle las primeras melodías a esa réplica de guitarra. Pero no todo era música, la familia a la que pertenecía estaba en la pobreza, por lo que él también tuvo que aprender el oficio de su abuelo.
Un día por decisión de sus familiares, le tocó conocer a su padre. En un festival folklórico, de la mano de su tía, pasó entre la gente hasta dar con un señor vestido con bombachón y sombrero. Saludó al hombre algo sorprendido porque un misterio interno se le resolvía, pero lo que más le llamó la atención, fue que éste era un violinista que se aprestaba a subir a un escenario.
Siendo alumno del colegio La Salle, a sus 14 años, todos se habían dado cuenta del talento y la capacidad técnica del joven y recibió su primera guitarra propia que perteneció a un familiar.
Hasta entonces ya había conocido al profesor Joaquín Jerez, quien le impartió los cimientos de la ejecución de la guitarra, lo que combinó con su determinación y práctica autodidacta. Por esos años compuso su primera cueca, inspirado en una estrofa que oyó al pasar por una disquería, del eterno Abdón Rivera.
Su inspiración tomaba forma e iban saliendo ya las primeras canciones, los primeros arreglos, la letra y música, pero algo faltaba, tenía que explotar toda su capacidad técnica. En el colegio y en la calle, le vaticinaban todo tipo de fracasos, pues en el subconsciente popular se relaciona la vida del guitarrero con la farra y todo lo que ese mundo implica.
Pero se aferró a un sueño y sin el apoyo de nadie entró a la Escuela de Música Pastor Achá, donde conoció al profesor Fernando Arduz, que lo educó en guitarra clásica.
El alumno egresó en 1999 y terminó siendo profesor de la escuela, donde enseñaba diferentes géneros musicales. Una vivencia que lo marca en ese entonces, fue una entrevista realizada al artista Nilo Soruco, a quien dedicó su tésis.
Nelvin cuenta que cuando conversaban le preguntó al señor cuál era su convicción política, a lo que don Nilo respondió “soy rojo hasta la muerte”. Así, sin saberlo, recibió aquel día una semilla política, que le serviría luego para encaminar sus convicciones.
Pasaron así seis años y el folklore lo reclamaba, por eso estudió la música chapaca desde sus raíces, orientándose luego por descifrar el estilo de los grupos más grandes y criollos de Tarija, como los son los Cantores del Valle y los Embajadores del Guadalquivir, a los que estudió metódicamente, con la ayuda de sus conocimientos especializados y un casete que le compró a don Galo Plaza.
Por poco los malos presagios se cumplen, el vino no faltaba entre las peñas, festivales y guitarreadas y Nelvin se convertía en uno de los músicos más cotizados. Su nombre lo había forjado él mismo, en los concursos de composición y ejecución que ganaba cada año a nivel departamental y nacional.
Dentro de él se encontraron dos mundos, el del guitarrero popular y el del maestro formado en escuela; sin embargo no podía vivir de la música ya que pese a tocar incluso como mariachi, pasaba necesidades que a veces lo obligaban a prestarse un instrumento para poder subir al escenario.
Por la vorágine de las presentaciones (hasta 7 por noche) como parte de grupos de todos los niveles, Nelvin acostumbraba perder al menos una guitarra al mes, dato que es conocido en el ambiente musical.
Decidió profesionalizarse ya que su título no contaba con resolución ministerial. Así que llegó a egresar con título de licenciado de la Normal de Canasmoro, pensando que allí encontraría más oportunidades de crecer. Sin embargo, se decepcionó por lo monótono de la enseñanza y entendió que debía haber un cambio a favor del arte, mientras su fama crecía distrayéndolo por momentos del camino. Como si la vida tuviera filtros, el guitarrero terminó tocando para los mejores, como Ernesto Mealla, Las Voces del Pago, Taricanto, entre otros grupos, ínterin en el que pasaron 10 años de su vida en los que se presentó en escenarios nacionales y grabó 30 discos, en estudios de sonido de Tarija, Cochabamba y Salta.
Pero no se trataba solamente de discos, el mundo estaba ante el renacer de “la vieja escuela del folklore”, ya que los estudios de distintos géneros confluyeron en las guitarras que hacía Acosta, reforzando y abriéndole una nueva etapa al folklore chapaco.
Con un nuevo disco en puertas y otros géneros musicales como el jazz o la bossa, que Nelvin estudia para enriquecer la música local, la historia del guitarrero continúa sin parar, pero ahora asumiendo un reto más, pues recibió la confianza del gobernador de Tarija para reencauzar la cultura desde un cargo público. En esta tarea ya muestra sus frutos con la creación de nuevas orquestas sinfónicas, ballets, la implementación de talleres musicales de especialización y el apoyo a las festividades tradicionales de todo el departamento.
“Cuando voy por la calle y veo a jóvenes con una guitarra en la espalda, pienso a veces que muchos no saben el arma que tienen –dice Acosta-. Con ese instrumento puedes llegar a todo si se plantean metas y se trabaja en ello. Con la guitarra conocí toda Bolivia, incluso me dio de comer cuando no había, también he sido maestro, toqué en grupos y ahora soy director de Cultura. Para generar un cambio tienes que hacer política, veo la necesidad de cerca porque la he vivido y sé que es necesario crear un cambio a partir del conocimiento de las falencias del Estado”.
DETALLES DEL MÚSICO, MAESTRO Y FUNCIONARIO
Artista y funcionario
Nelvin es actualmente director de Cultura en la Gobernación. Una meta que se planteó es formar a los maestros para que en el futuro generen un cambio en las unidades educativas, y que los estudiantes de colegio tengan un bachillerato artístico. Su sueño es crear una universidad de arte.
Profesor y compositor
Además de ser músico arreglista, las composiciones de Acosta marcan la estructura de la cueca tradicional de Tarija. Cuenta con un cuantioso registro de premios, entre ellos: Abril en Tarija, Festival del Canto y la Aloja, el Canta Bolivia. Fue también profesor en colegios.
Planes y logros
Acosta indica que entre los proyectos que se priorizan está la refacción de la Iglesia Catedral de Tarija. Acerca de los logros obtenidos en su gestión destacó la creación de una orquesta de la provincia Méndez y el apoyo a la formación técnica de nuevos instrumentistas autóctonos.
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