viernes, 19 de julio de 2013

Wara Una noche de tibios aplausos

Casi ni es necesario afirmar que Wara es una banda fundacional de la música boliviana.

Los primeros discos del grupo surgido a inicios de los 70, que datan de la mitad de esa década, como El Inca y Maya, que lleva el subtítulo en aymara Hichhaniwa Hikjataka (Ahora ha de ser encontrado, en castellano), establecieron un hito en la cultura nacional. A mi juicio, son discos poderosos.

Lo que ha destacado a estos grandes músicos fue, como señala Manuel Monroy Chazarreta, el Papirri, una doble actividad: recopilar y crear. Es el caso de una banda con una obra que transforma a sus propios creadores: desde el rock progresivo al folk rock. Su mayor acierto fue articular un discurso en el cual predominaba lo aymara, aunque el código que usaron fuera occidental, en una época en que se anatemizaba lo indígena. A partir de esa lectura, Wara evolucionó hasta consolidar una visión nacional.

Si vale la comparación, se podría decir que mientras otros grupos escribían cuentos, en algunos casos geniales, pero aislados, la banda logró escribir una novela, que además sigue en curso, con final abierto.

De acuerdo, pero la dimensión histórica y mítica de la banda estuvo ausente el miércoles 17 en el concierto “Wara Sinfónico”, en la celebración de las cuatro décadas del genial LP El Inca.

Se supone que la unión entre el grupo y la orquesta debería ser armónica –sinfónica-, pero las dos naturalezas musicales no se fusionan completamente para crear algo nuevo, que emocione, como cuando Wara interpreta sus temas.

Se podría aventurar la hipótesis de que el grupo, bajo el liderazgo del legendario Dante Uzquiano, parece ceder su sitial, conquistado a martillazos y a pulmón, a la orquesta sinfónica de la UMSA dirigida por el maestro Willy Pozadas, que tampoco asume ese rol, porque no le corresponde.

A la larga, se da un empate poco satisfactorio para quienes quieren presenciar una nueva dimensión formal de la música de Wara. Y esto es evidente hasta en lo escenográfico, porque –acaso por cuestiones técnicas- los integrantes del grupo están detrás de la orquesta, en un segundo plano, acompañados por la comunidad Summa, de instrumentos autóctonos, y por la soprano Diana Azero.

Para colmo, el sonido fue deficiente. Lo cual hace pensar que el espectáculo sólo se salvará si Wara pasa al frente, si reasume su liderazgo, porque el público no asiste para aplaudir a la novel orquesta, sino a ellos, los creadores de un discurso original, único. Por esa razón Collita y la morenada Illimani sólo arrancaron tibios aplausos del respetable. w

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