Willy Claure ha sido el primer impulsor de esta declaratoria de patrimonio. Ya desde su residencia en Suiza, donde se encuentra desde hace más de dos décadas, lanzó en mayo una campaña para lograr que el Gobierno de Evo Morales declare a la Cueca Boliviana como Danza Nacional y establezca un día del año para celebrar.
Los argumentos históricos y culturales para fundamentar la declaración fueron recogidos por diversos investigadores como el propio Claure, y de este modo se hicieron las gestiones correspondientes para elaborar un proyecto de ley que declare a la cueca como patrimonio boliviano.
La empresa tuvo éxito y de hecho pudo efectivizarse con relativa prontitud, aunque debe destacarse la labor intensa de Claure y su equipo de trabajo para alcanzar el objetivo. En una entrevista explicó “que la cueca es parte muy importante de la identidad boliviana y es importante tener eso presente y tomar medidas para que este arte vivo sea reconocido de este modo”.
Diversos investigadores de la historia de la música en Bolivia, observan no tanto el origen histórico de las expresiones artísticas, porque las fronteras culturales son difusas mucho antes de los estados nacionales que se fundaron con posterioridad a la revolución de la independencia. Un ejemplo de ello es que tanto Perú como Chile también tienen a la cueca como parte de sus repertorios tradicionales.
Lo importante entonces no es el origen sino el sentido que asumen las producciones artísticas en la historia de un pueblo, es decir, la cueca boliviana se diferencia de las otras cuecas porque ha sido apropiada por un pueblo que la consume y la reclama como suya, y esto sucede en un momento histórico particular. Ahí la cueca cobra plenamente su sentido para los bolivianos.
Uno de los padres de la cueca boliviana, el compositor y pianista chuquisaqueño Simeón Roncal, publicó partiduras de cuecas bajo el rótulo de “20 cuecas de Simeón Roncal”.
Desde principios del XX hasta la revolución del 52 la cuestión nacional fue de fundamental interés y la cueca, como el bailecito, conocidos como Aires Nacionales, se convirtieron en verdaderos símbolos de ese proceso de construcción nacional, en gran medida porque se trataba de una música mestiza.
Hacia la década del 30, Roncal se trasladó a La Paz donde su obra terminó por consagrarse como un símbolo de la identidad nacional al interpretar su música en vivo en las sesiones pioneras de la "Radio Illimani", dedicadas a la "Música nacional", donde la obra de Roncal y la de muchos otros compositores e intérpretes bolivianos se fue difundiendo de modo masivo gracias a la moderna tecnología radiofónica.
Cabe señalar que en esa misma década estalla la Guerra del Chaco (1932-1935), que de modo significativo logra introducir consignas nacionalistas en la Bolivia rural, y justamente en ese espíritu "nacionalista" Roncal compone una marcha dedicada al "Ejército nacional", que nuevamente acompaña el proceso simbólico de la construcción nacional.
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