Un gran motivo será celebrado aún más grande: el 30 de junio partirá hacia el Viejo Continente, pues desde allá europeos y residentes bolivianos lo requirieron ensombrerado y guitarra en mano para que largue sus aro aro. La gira de festejo lo tendrá un mes fuera, y en ese tiempo tocará el 3 de julio en Madrid, el 10 en Barcelona y el 18 en Palma de Mallorca (España); también irá a Bérgamo (Italia) y a Zúrich (Suiza).
Con la humildad que lo caracteriza expresa la gratitud que siente por la invitación del extranjero, ya que llegará a ciudades donde aún no tuvo la oportunidad de presentarse.
Suena ¡wow! para cualquiera, menos para Yalo, no porque no se emocione, sino porque es de los que jamás ostenta sus logros. Toda su riqueza se exhibe cuando toma un micrófono, se transforma, no es el hombre calmado y sencillo, es un artista inquieto, lleno de fuerza y un conquistador de multitudes.
No es un viaje más para él, que ya recorrió Chile, Ecuador, Argentina, Francia, Suecia, España, Bélgica, Holanda y EEUU, es la chance para una nueva conquista.
Sin cámaras ni micrófonos
Son poco más de las 8:30, la heladería Dumbo aún tiene poca clientela y Yalo confiesa que no acostumbra a levantarse temprano, ya que su rutina lo tiene hasta altas horas de la noche componiendo o cumpliendo compromisos. Su residencia en Cochabamba es a medias, pues en realidad es casi nómada, durante 15 días recorre los polvorientos caminos del país, esas arterias que han llevado sus Lágrimas del Pilcomayo a los nueve departamentos.
El día de la entrevista es el primer viernes del mes y el músico debe irse para alistar la peña de Yalo Cuéllar, que desde hace 18 años abre una brecha en el salón Patricia, en la av. Los Robles, para la música de todo el país. Al partir, promete ir a Santa Cruz a despedirse, será el 19 y 20 de junio, en Tapekua
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