Será una verdadera fiesta del folclore nacional, donde la agrupación cochabambina presentará al público sus grandes éxitos, como “Secreto amor”, y las canciones de su reciente trabajo discográfico, titulado “Cantor de amores”. Como invitado estará nuevamente Yuri Mijaíl, hijo de Yuri Ortuño.
“Transcurren los años y al mirar hacia atrás, puedo ver claramente un niño, huraño, arisco como el paisaje de mi suelo natal Huanuni, pero un niño con sueños y ansias de alcanzar metas, esas que suelen ser meras ilusiones, esas que martillan día a día y al final comienzan a visualizarse para luego con el tiempo poder acariciarlas... Miro hacia atrás y me pregunto, ¿lo hice bien?, ¿vale la pena haber invertido cuarenta y cinco años de mi vida para ser un “simple” cantor? La respuesta es definitivamente sí valió la pena y vale la pena celebrarlo. Unos versos de mi autorretrato, titulado Cantor de Amores, reza: “... yo he decidido ser cantor de amores, aunque de inicio desahuciaron mi afición” y aquí estoy contra todo desahucio, dando gracias a Dios por la posibilidad de cantar aún y cantar con sentido, cantar a los amores y de los amores, amor filial, fraternal y por qué no, pasional. Por eso esta gira se titula Cantor de Amores, porque está teñida de recuerdos, nostalgias y propuestas musicales frescas, bien nutridas de amor y esperanza, pues poder admirar el talento de mi hijo Yuri Mijail en escenario, no es otra cosa que abrigar la esperanza de tener un otro obrero del arte y las canciones que lleven solaz a nuestro público amante de lo nuestro. Nuevamente el Teatro Municipal será el lugar para disfrutar del encuentro con mi público, en el bello mes de junio, los espero”, afirmó Ortuño.
“Cantor de amores” es un disco que contiene 13 canciones en diferentes ritmos nacionales, la mayoría de ellas de autoría de Yuri Ortuño, las cuales llevan el sello y la calidez de sus composiciones. Hablamos, por ejemplo, del Kjantu (Decepción), que habla de esas relaciones de pareja que tienen su tirantez diaria, pero que continúan por el amor y la pasión, o el salaque “Bien zapateadito”, que pinta los valles chuquisaqueños, cochabambinos y potosinos.
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