El monumento erigido como parte del cierre de las fiestas septembrinas en la Manzana Uno —espacio para el arte y la cultura rescatado por los artistas e intelectuales cruceños a pocos pasos de la Plaza 24 de Septiembre— consta de una estatua de bronce fundido, con dos metros de alto, realizada por el escultor Juan Bustillo. En el pedestal reza un poema del vate cruceño Oscar Gutiérrez Peña titulado: “La novia del viento”.
En mayo del pasado año 2013, por iniciativa de su hija Ana Carola Tomelic y del promotor cultural Javier Libera, la casa donde vivió la cantante fue convertida en un museo que conserva las reliquias personales y recuerdos que Gladys Moreno Cuéllar atesoró durante su austera vida consagrada al arte. Nació el 28 de noviembre de 1933 y murió en esta casa a sus 74 años, el 3 de febrero del año 2005.
Gladys Moreno tuvo un primer importante homenaje póstumo a nivel nacional, dos años después de su fallecimiento, cuando en Cochabamba los académicos Luis H. Antezana y Marcelo Paz Soldán editaron un libro multimedia que recopila toda su obra (discografía, recitales, premios, etcétera) y los testimonios de su vida (fotografías personales y familiares, entrevistas en prensa escrita, radial y televisiva). El DVD titulado “La Pascana de Gladys Moreno” fue producido con auspicios y financiamiento del Centro de Estudios Superiores Universitarios (Cesu) de la Universidad Mayor de San Simón (Umss), bajo la dirección de Fernando Mayorga.
El título del DVD “La Pascana de Gladys Moreno”, según escribió Germán Araúz Crespo, está inspirado en un verso de “El carretero enamorado” compuesto por Hernando Sanabria y Susano Azogue, (“sos la pascana que quiero alcanzar”), un taquirari que siempre cautivó a Cachín Antezana. “Tampoco hay que olvidar que Gladys inició su oficio de cantante en ‘La Pascana’, un tradicional local que fuera un referente de la ciudad de Santa Cruz durante más de 40 años”, destacó Araúz Crespo.
Por su parte, también en Cochabamba, el Centro Simón I Patiño dirigido por Paz Soldán, elaboró un catálogo digital que registra la producción discográfica de la inmortal artista.
Con Chabuca, Violeta, Chavela, Omara, Cesárea, Edith y Billie
Nadie duda que Gladys Moreno es una estrella que tiene un lugar en el firmamento de las inmortales divas. | Foto Archivo Sol de Pando
Gladys Moreno, la estrella que tiene un lugar en el firmamento de las inmortales divas. | Foto Archivo Sol de Pando
Nadie duda que Gladys Moreno es una estrella que tiene un lugar en el firmamento de las inmortales divas junto a la peruana Chabuca Granda, la chilena Violeta Parra, la mexicana Chavela Vargas, la cubana Omara Portuondo, la senegalesa Cesárea Evora, la francesa Edith Piaf o la norteamericana Billie Holiday. Todas ellas encarnaron sin mayores pretensiones las voces propias de sus pueblos, como flores silvestres, y a la vez son un patrimonio de la humanidad por la calidad poética y melódica de sus cantos.
Gladys Moreno perteneció a una generación que rozó la Guerra del Chaco y atravesó de lleno la revolución de 1952. Tal contexto histórico fue el caldo de cultivo para el surgimiento de una oleada de poetas, músicos y compositores que le permitieron a la diva interpretar obras musicales de profunda emotividad, romanticismo y apasionamiento por la belleza natural y paisajística que rodea al hombre y la mujer de estas tierras tan difuminadas en su rica biodiversidad.
Comenzó en los años cuarenta dando a conocer en el occidente del país los ritmos orientales como el taquirari y la chovena, y llevó a su tierra “camba” la cadencia de la cueca andina. Al fusionarse a sí misma en esa diversidad de ritmos nacionales, su estilo trascendió los límites del folklore y su fina estampa convirtió su canto en una música de culto valorada y apreciada fuera del país.
Tras la revolución del 52 y un como eco de la conciencia nacional que reverberó desde la Guerra del Chaco, las tierras del oriente boliviano fueron fecundas dando a luz hombres y mujeres dedicados a la poesía y a la música como una forma de sentar presencia viva de estas regiones en la cultura boliviana. Nombres como Nicolás Menacho Tarabillo, Godofredo Núñez, Susano Azogue Rivero, Cástulo Velazco y Percy Ávila —músicos eximios de Santa Cruz—, junto a poetas y escritores como Raúl Otero Reiche, Hernando Sanabria Fernández, Luís Darío Vásquez y Pedro Rivero Mercado fueron el entorno creativo que dio a la voz de Gladys Moreno su razón de ser.
Además de cantar composiciones de aquellos músicos y poetas cruceños, Gladys Moreno también puso su voz a las bellas composiciones de notables benianos como Roger Becerra Casanovas, Ambrosio García Rivera, Pedro Shimose, además de las grandiosas Asunta Limpias de Parada y Lola Sierra de Méndez.
Según su biografía oficial, la cantante radicó en la cuidad de La Paz durante su primera juventud. Allí hizo conocer la música y las danzas de sus paisanos, pero al mismo tiempo descubrió la belleza de la música andina, de la cueca especialmente, incorporando en su repertorio composiciones de Simeón Roncal, Alberto Ruiz Lavadenz, José Lavadenz Inchauste, Claudio Peñaranda, Miguel Ángel Valda y Nilo Soruco entre varios otros compositores de la cueca boliviana.
Gladys Moreno encarnaría así la primera experiencia popular en la historia de la música boliviana de unir en un repertorio común la cueca con el taquirari, la chovena, el vals y el bolero.
Retornando a Santa Cruz con un repertorio enriquecido por la cueca, en 1948 la cantante hace sus primeras presentaciones en vivo en un famoso programa de Radio Electra. Al comenzar los años 50 es invitada a inaugurar el conocido restaurante “La Pascana”. Luego retornaría a La Paz y también iría a Cochabamba para grabar sus primeros discos.Tapas LP
Cuecas de Simeón Roncal y José Lavadenz
El primer disco que Gladys Moreno graba en La Paz fue para el sello Méndez, es una placa de vinil de 78 revoluciones por minuto (rpm), “single” de dos canciones por cada lado, que contiene los famosos taquiraris “Haragán” de Hernando Sanabria y “Cuando un camba se enamora” de la beniana Lola Sierra.
Entre sus primeros “Long plays” (LPs) con seis temas en cada lado del disco, se asocia con la orquesta del maestro Daniel Salinas, realizando una exitosa gira en Sao Paolo y Río de Janeiro, Brasil, país donde además graba para el sello “Masterdisc” de la mítica RCA Víctor.
Gladys y la orquesta de Salinas graban en Bolivia para el sello “Panamericana” la serie “Bailando con Gladys Moreno”, en cuyo segundo volumen se incluye la cueca “Huérfana Virginia” de Simeón Roncal, junto al taquirari “El Carretero” de Nicolás Menacho y el vals de Lola Sierra “En las playas del Beni”.
En su segundo LP más importante, “La Voz del Oriente Boliviano”, que el sello Lauro de Cochabamba reprodujo en 1961, la cantante insiste con Simeón Roncal incluyendo la cueca “Soledad” encabezando el lado B del disco, junto a los taquiraris “No volveré a querer” de Roger Becerra y “Carretero enamorado” de Azogue. (En un posterior disco, grabaría una tercera cuenca de Roncal, “Decepción”).
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