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La elaboración de instrumentos musicales típicos de cuerda, viento y persecución como el charango reflejan la creatividad y talento de los artesanos locales. La mayoría de las creaciones se exhiben a diario en los puestos del mercado de artesanías del Pasaje Inca, en el mercado San Antonio.
Hace años el espacio estaba destinado a la comercialización de verduras, pero hoy en día es uno de los principales centros de venta y exposición de artesanías. Actualmente, 20 de los 42 puestos especializados en artesanías se dedican a la elaboración y venta de charangos.
El interés de los artesanos va más allá de innovar en diseños y materiales. Pues, la mayoría también sabe de música. “Mínimamente se debe saber afinar el charango para ofrecerlo a los clientes”, comentó una de las comerciantes, Lidia Alcoba Zambrana.
La creatividad de los artesanos se plasma en instrumentos musicales hechos con pirograbados con imágenes indígenas, tallados en forma de quirquincho, símbolos quechuas y aimaras. Además, se adornan con paisajes y personajes del altiplano.
La elaboración de los instrumentos demanda hasta un mes. En el proceso intervienen varios artesanos que se encargan del tallado, barnizado y el grabado de figuras. El precio de los instrumentos varía según el material utilizado, diseño y tamaño. Puede llegar a costar entre 250 y 1.000 bolivianos. Los instrumentos profesiones tienen un precio más elevado, porque incluyen un ecualizador para darle un sonido más agudo o bajo.
Actualmente, los principales compradores son estudiantes, aficionados y turistas. “Los que tienen figuras pirograbadas o talladas tienen más demanda entre los extranjeros. Algunos, incluso, se interesan en aprender a tocar. En cambio, la población lo usa como adorno”, comentó una de las artesanas.
La mayoría de los artesanos aprendió el oficio de los padres y se esmera por mantener la tradición. Lidia Alcoba contó que su padre, Néstor Alcoba, fue quien empezó a fabricar charangos hace 60 años. Ahora, cinco de sus seis hermanos aún se dedican a la fabricación de instrumentos musicales aplicando nuevas técnicas.
“Somos cuatro mujeres y un varón los que nos dedicamos a la fabricación de instrumentos. Desde que tengo uso de razón me acuerdo que mi padre nos hacía lijar los charangos y nos regalaba monedas. Entonces, nosotros lo hacíamos con mucho entusiasmo”, recordó.
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