Carpio actuó al aire libre en los jardines de estilo andalusí del recinto, un antiguo palacio de verano convertido en museo en 1916, rodeado de encinares y pinos y donde se celebran algunos de los conciertos que se llevan a cabo estos días en el marco del Festival de Músicas Sacras del Mundo.
Ante un exclusivo público, la mayor parte extranjero, que se resguardó del sol bajo unas carpas blancas, Carpio fue explicando cada una de las canciones, sus orígenes y significados en un excelente francés, ya que fue embajadora de Bolivia en Francia desde 2006 hasta 2011.
"Se trata de una canción que he creado para los niños, que son el corazón, que siempre viven en armonía y que representan el espíritu del aire que respiramos", dijo la cantante antes de interpretar el tema "La danza de los niños".
Con el pelo negro recogido en dos largas trenzas, un echarpe rosa de bordados sobre uno de sus hombros y vestida con un traje tradicional de su Potosí natal, Carpio bromeó sobre su atuendo debido a las altas temperaturas en la ciudad.
"Incluso si hace mucho calor, os quería mostrar este traje porque nosotros vamos así vestidos. Si no os lo hubiese enseñado, no podría cantar", dijo en medio de los aplausos de los espectadores.
Cantó en quechua y español y rindió homenaje con un tema que escribió hace 20 años a un hombre que en 1931 creó una escuela cerca del lago Titicaca para los niños indígenas, "en una época en la que todo era marginación", señaló.
Durante la semana que dura este festival, que comenzó el pasado viernes, las actuaciones se celebran, además de en el museo Batha, en lugares como Bab Makina, Dar Mokri, Dar Tazi y en la famosa plaza de Bab Boujloud, que el año pasado llegó a concentrar a miles de personas diariamente.
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