El talento estuvo en el aire desde el primer acorde. A las 21:45 los Ch’ila Jatun subieron al escenario y de inmediato encendieron a su público concentrado en Sonilum. Los 4.000 seguidores, que agotaron las entradas disponibles, disfrutaron de los tinku Ella es música y Ñawpaq Warmisita, pero, sin duda, el punto más alto del espectáculo de los folcloristas que representaron a Bolivia en Viña del Mar fue el tema Boquita de miel, el huayño puna, con el que llegaron hasta Chile. Apenas terminaron la interpretación, sus seguidores pidieron repetición. Y los Ch’ila Jatun se la concedieron. En medio de la euforia no faltó la fanática que llegó hasta el escenario en busca de un beso de Jonathan Hermosa. Conseguido su cometido y después de 45 minutos de entrega musical, los herederos de los Kjarkas se despidieron de sus seguidores en la que fue su primera presentación después del éxito en Viña del Mar que los catapultó nacional e internacionalmente.
Entonces fue el turno de los Kjarkas. A las 22:49, apenas los presentaron, el público se puso de pie y los recibió con aplausos. Su sola aparición acrecentó la magia que ya reinaba en el ambiente. Hubo tiempo para recordar clásicos como Llorando se fue, Fría, Al final, Viva Cochabamba y Mi Santa Cruz de la Sierra. Y también para promocionar los nuevos temas como Ángel y Demonio.
La serenata del 1 de mayo se convirtió en un tributo al folclore que el público disfrutó coreando las canciones y bailando durante las casi tres horas que duró el encuentro con las dos generaciones más importantes de la música tradicional boliviana
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