Componer los temas de esta obra, y que hacen más de 900 páginas de partituras, le ha tomado a Rojas cuatro años, incluidos los dos meses de grabación en los estudios Orval Producciones, que es la naciente empresa de las familias Ortuño y Valencia.
Bolivianísima tiene “tres movimientos que aglutina la música boliviana y que ha recibido un tratamiento de música clásica”, dice su autor.
“Esto no es una especie de experimento sino una concretización de la idea que tuve originalmente de llevar la música boliviana a los salones de concierto”, asegura Juan Antonio.
“El primer movimiento de mi obra Bolivianísima –agrega– es un bailecito que dura ocho minutos. El segundo movimiento es un ritmo de yaraví que es una danza lenta, para conservar los esquemas de la música clásica que tiene un movimiento rápido, uno lento y otra vez uno rápido, y que tiene hasta su explicación filosófica; y el tercer movimiento es un carnavalito”.
Según explica este compositor, responsable además de los arreglos de los dos últimos trabajos del Trío Apolo, Bolivianísima además de tener esquemas clásicos incluye a las tres regiones del país: el bailecito de los valles, el yaraví del altiplano y el carnavalio de los llanos orientales.
En este trabajo y en el concierto de mañana, acompañan a Rojas (piano), Nelio Zamorano en el primer violín, David Trujillo en el segundo violín, Adrián del Castillo en la viola, Ariana Stambuk (chelo) y Wilson Cruz (charango).
“Además tenemos como invitada especial a Luciel Izumi Espinoza, que es una gran compositora y charanguista. Me gustó mucho incluir en mi disco su obra que se llama Vertiente de luz y ella va a estar como invitada especial” en el concierto.
Así, este segundo disco de Rojas está compuesto por Bolivianísima además de tres cuecas, una obra que es una fantasía altiplánica llamada Desde el faro y la morenada No me juzgues.
MÚSICA CLÁSICA Y BOLIVIANA
Juan Antonio Rojas es orureño de nacimiento y desde temprano estuvo muy cercano a la música tanto boliviana como clásica ya que su abuelo era gran cultor de la música boliviana y la interpretaba con sus amigos que tocaban violín y charango.
“Era un fan de don Fidel Torricos y Delfín Sejas, cuyos discos marcaron época en Bolivia. Yo he crecido alimentándome con la música de estos grandes pianistas que ejecutaban música boliviana en pianos de concierto y era una experiencia muy hermosa”.
Además, según cuenta Rojas–que hace años es maestro de piano en el Instituto Laredo– su madre, Olga Lazcano, era soprano y responsable de su amor por la música clásica. “En mi hogar yo siempre escuchaba música boliviana y música clásica, yo creo que ése es el resultado de que ahora pueda estar haciendo un grupo de esas características”, dice en referencia a Q6 Cuerdas Bolivianas, el grupo con el que presenta mañana a las 18:30 en el Centro Simón I. Patiño su nuevo disco.
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