En el homenaje denominado “10 años sin voz”, entregó una plaqueta a la familia del cantautor, donde destacan versos dedicados al maestro de la música, el canto y la lucha social.
El director de Gestión Cultural de la Gobernación, William Medrano, aseguró la obra la Nilo Soruco, perdura y es transmitida a las nuevas generaciones.
La hija de Nilo, Zemlya Soruco de Zenteno, recordó que su padre quería que todos vivamos en un mundo de igualdad y de paz. “Los versos que cantaba con la fuerza de la esperanza y la ansiedad de libertad, fueron un imperativo de su gran personalidad”, destacó.
Nilo Soruco Arancibia nació el 6 de julio de 1927. Dejó como legado más de 250 obras, entre estos, zambas, carnavalitos, bailecitos y rondas infantiles. Puso música a varios poemas de Óscar Alfaro que reflejaron la denuncia y la protesta ante la injusticia social.
Su vida profesional de maestro se ligó con la carrera sindical y a la política posteriormente. Pasó parte de su vida refugiado en Venezuela, desde donde continuó escribiendo canciones, destacando entre ellas, La Caraqueña y Canción para la Paz.
Entre los más importantes reconocimientos que recibió Nilo, están la Medalla de Honor al Mérito Sindical, Premio Nacional de Cultura, Personalidad Distinguida de la ciudad de Tarija, Gran Maestre Simón Bolívar en el grado de Gran Cruz, y el Primer Premio Forjadores de la Educación.
Los últimos años de Nilo Soruco no corrieron fáciles. Continuadas enfermedades le alejaron de la guitarra, hasta después de su vida, dejando en el recuerdo, su vida y su canción.
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