Los Chalchaleros en 1966. Polo Román, Ernesto Cabeza, Pancho Figueroa y Juan Carlos Saravia.
Los Chalchaleros fue un conjunto fol-clórico argentino creado en Salta en 1948. Están considerados uno de los más grandes grupos folclóricos de Argentina. Su nombre deriva de un pájaro cantor del norte argentino, el zorzal colorado o chalchalero (Turdus rufiventris).
En la primavera de 1947, dos dúos se pre-sentaron en Salta en un mismo recinto, uno conformado por Víctor José Zambrano (Co-cho) y Carlos Franco Sosa (Pelusa); el otro lo integraban Aldo Saravia (el Chivo) y su primo Juan Carlos Saravia (el Gordo). Tras la ac-tuación, decidieron juntarse y formar un cuar-teto. Así nacieron Los Chalchaleros.
Después de meses de ensayos, su debut se produjo el 16 de junio de 1948, en el Teatro Alberdi de Salta.
Los Chalchaleros comenzaron a hacerse populares en su provincia natal con su pri-mer gran éxito Lloraré. Pronto también in-corporarían a su repertorio temas que se volverían clásicos como El cocherito, El arriero, La López Pereyra, la Zamba de Vargas y Yo vendo unos ojos negros.
En 1949, Aldo Saravia dejó el grupo ―con-siguió trabajo como bancario― y fue reem-plazado por José Antonio Saravia Toledo (que no era pariente de Aldo y Juan Carlos). Al año siguiente, Carlos Sosa viaja a Córdo-ba para estudiar Arquitectura, siendo reem-plazado por Ricardo Federico Dávalos (Di-cky).
En 1953, el rionegrino Ernesto Cabeza ingresó en lugar de Saravia Toledo, quien se dedicaría a la abogacía. Cabeza le daría a Los Chalchaleros un rasgo distintivo, como compositor de éxitos (La nochera) y lo que sería llamado guitarra chalchalera, con un estilo y una armonía que marcaría escuela en los conjuntos folclóricos.
A partir de ese año empezaron a grabar te-mas que más tarde aparecerían recopila-dos. En 1956, otro de los fundadores del gru-po Víctor Zambrano, dejó la banda que ya empezaba a hacer giras. Su lugar sería ocu-pado por un viejo conocido, Aldo Saravia, quien abandonó su puesto de bancario y volvió al grupo, tras 7 años de ausencia.
Los Chalchaleros seguían sumando éxitos, pero en 1961 Aldo Saravia falleció en un ac-cidente de tránsito. Para reemplazarlo rein-gresó Zambrano, quien había dejado el gru-po 5 años antes.
En 1966, Zambrano vuelve a dejar el grupo y en su lugar entra Eduardo “Polo” Román. En 1967, tras 16 años, Dicky Dávalos tam-bién se va del grupo, dando lugar al cha-queño Francisco “Pancho” Figueroa.
La formación entonces quedaría enton-ces con Juan Carlos Saravia, Ernesto Ca-beza, Polo Román y Pancho Figueroa, siendo los ganadores del Festival de Cos-quín, en 1968.
Los años setenta los encontró amplian-do su repertorio con chamamés (Merce-ditas) o al usar dos bombos para una can-ción (Zamba del regreso). Los chalchale- ros eran un éxito nacional e internacional.
En 1980, Los Chalchaleros sufrieron otro tremendo golpe, cuando falleció el cerebro musical del grupo, Ernesto Cabeza. Juan Carlos Saravia, el único fundador que se-guía en el grupo, decidió no reemplazarlo y durante tres años actuaron como trío.
En 1983, Los Chalchaleros volvieron a ser un cuarteto: Ernesto Cabeza, antes de morir, había señalado a Facundo Saravia, hijo de Juan Carlos, quien tocaba en un grupo llamado Los Zorzales, como su su-cesor. Entonces se decidió incorporarlo.
Esta formación seguiría unida, recorrien-do la Argentina y el mundo hasta la disolu-ción del grupo, en 2003.
A lo largo de su carrera, Los Chalchale-ros editaron cerca de 50 discos, popula-rizando estilos folclóricos argentinos como la zamba, la cueca, la chacarera, el gato o el chamamé. Son considerados exponen-tes de la Música Argentina a nivel mundial.
Los Chalchaleros han sabido llevar por todo el mundo lo mejor de la música na-cional argentina, de la mejor manera. Fue-ron sin ninguna duda uno de los conjuntos de folclore argentino más importantes de toda la historia de esa música. Su despe-dida de los escenarios fue un periplo de conciertos por todo el país y el mundo inol-vidable para los que tuvieron oportunidad de presenciarlo. Tenían un estilo único, ini-gualable e irrepetible, tanto que al comen-zar las canciones en lugar de decir “aden-tro” (para comenzar a cantar) el que lo decía no terminaba de decir la palabra. Es-to sucedía en cada final de verso o finales de cualquier canción.
ARGENPRESS.info
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