lunes, 22 de abril de 2013

Nace industria cultural que es informal

Marcelo Guardia, comunicador e investigador cochabambino, experto en culturas populares, recuerda con precisión el momento en que tomó conciencia de la magnitud del movimiento musical de huayño zapateado gestado en Cochabamba. Todo empezó cuando paseaba por la plaza Colón, en cuya fuente de agua vio una curiosa escena: unas jóvenes mujeres de pollera y sus músicos eran filmados, en lo que parecía ser la precaria producción de un videoclip. Se percató de que el nombre del grupo varonil de músicos era Los Truenos Azules. Luego intentó buscar su disco y, aunque nunca lo encontró, la búsqueda sí le permitió hallar producciones musicales y audiovisuales de otras agrupaciones. “Y en un momento dado, un jardinero me dijo ‘yo te aseguro que el grupo que buscas son Las Consentidas”, rememora. “Entonces confirmé que se trataba de un movimiento ya grande, pues había incluso un grupo tan famoso como Las Consentidas, consideradas las más famosas, las más caras y las más difíciles de contratar”.

De ahí en adelante, Guardia –actual director de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana con sede en Cochabamba- se lanzó a indagar con mayor sistematicidad las características de este movimiento musical. Conocido por su interés por los fenómenos de la cultura popular comúnmente excluidos por las culturas oficiales, emprendió desde la academia su particular reivindicación de los circuitos de producción de cumbia huayño, un emprendimiento en el que no dudó en involucrar a sus estudiantes. A la fecha ha coordinado varios estudios universitarios sobre los grupos inscritos en el movimiento y, desde luego, se ha vuelto en un consumidor asiduo de sus producciones musicales y audiovisuales, lo que hace de él no sólo un especialista en la materia, sino también un genuino seguidor del huayño zapateado.

HETEROGÉNEO

Guardia cree que el fenómeno de la cumbia huayño se ha diversificado y ampliado de tal forma, que ha generado espacios diferenciados en su seno. Afirma que este espacio de producción musical “está asociado a la fiesta pública y privada; está relacionado con las bandas de fraternidades y con el folklore y el neo-folklore”. En este espacio, que visto así es muy amplio, se generan movimiento internos, y se activa a partir de la innovación y la imitación entre los diferentes grupos. “Me hace recuerdo a lo que pasaba con el rock de los años sesenta y setenta, cuando aparecía un grupo que innovaba en un aspecto y todos los demás prestaban atención a eso, algo que más o menos que ocurre en este espacio también”, dice.

Advierte que, entre los movimientos que aglutina en su interior, hay uno que apela a un huayño más tradicional, rural y comunitario, pero mezclado creativamente con “formas insospechadas, desde rock hasta música clásica y de películas”...

El comunicador identifica otro movimiento en el que gira en torno a las fiestas, con grupos que producen y reproducen música de varias raíces: la tradicional-folklórica, la cumbia chicha y la más pop. En este espacio están agrupaciones cochabambinos de gran popularidad y trayectoria (como Los Ronisch y Maroyu)...

Finalmente, el tercer movimiento es el que congrega a los grupos de cumbia huayño propiamente dichos, identificados por las cholitas cantoras y zapateadoras, en el que encontramos a bandas como Las Consentidas y Las Misteriositas. “Este movimiento se ha puesto de moda en base a una estructura más o menos homogénea: el grupo de chicas, que zapatean y cantan, y el grupo de varones, que hace la música”, describe el estudioso.

MEDIOS Y TECNOLOGÍA

El fenómeno de la cumbia huayño viene siendo acompañado y amplificado por algunas emisoras radiales de FM, concretamente por un puñado de aquellas dedicadas a la música tropical de audiencias masivas. “Estas radios se ocupan de hacer la conexión entre los públicos urbanos, conformados por trabajadores, comerciantes, empleadas domésticas, albañiles, con el espectáculo en vivo”, reflexiona Guardia...

El comunicador destaca que otra de las características distintivas del movimiento es su apelación intensiva a las nuevas tecnologías de producción y difusión de materiales audiovisuales. Así se entiende que las distintas agrupaciones encarguen videoclips a productores especializados, que suelen editarse para ser distribuidos en el mercado informal (“pirata”) de música. Esta apuesta por los clips audiovisuales supone que las bandas prescindan prácticamente del disco exclusivo de audio y reserven sus expectativas de producción para el audio acompañado de video.

Guardia explica que la producción de videoclips ha generado una dinámica aparte en el audiovisual de la cumbia huayño, que, de un inicio muy precario, ha ido evolucionando a productos más elaborados y de altísimo nivel de experimentación con las tecnologías digitales de edición. “Sin duda, ésa es una gran contribución de este fenómeno: el uso irrestricto del audiovisual”, sostiene. “Y es un uso irrestricto porque como este movimiento mueve mucho dinero, los grupos no sólo se dan el lujo de comprarse los mejores equipos de música, sino también de encargar producciones audiovisuales de gran envergadura y costo”.

Y si en términos de producción ha habido una contribución significativa, no lo ha sido menos en materia de difusión. Porque, además de la distribución de los discos en el mercado informal, los videos más populares de los grupos de huayño zapateado ocupan un espacio también importante en la red Internet, particularmente, en YouTube, donde son subidos, vistos y comentados con frenética asiduidad. “Estamos ante una verdadera industria cultural, pero una industria cultural informal, porque no factura”, manifiesta. “Pero es grande, tanto que no se puede ni calcular cuánto se produce ni cuánto vende ni cuánta presencia tiene en internet”.

Sin embargo, más allá de ser enorme y masiva, la distribución y venta de los productos audiovisuales no es un negocio rentable para los grupos de cumbia huayño. Para éstos, la rentabilidad de esta actividad radica en los espectáculos en vivo.

De ello está seguro Guardia, quien recuerda que alguna vez que llevó a sus estudiantes a uno de los locales donde se presentan las agrupaciones, se sorprendió por el elevado precio de las entradas (pueden ascender hasta Bs 30) y la numerosa convocatoria que tienen (hay locales con un aforo superior a las mil personas).

Tan inesperada fue la experiencia que sus estudiantes le confesaron que el costo de ingreso llegaba a ser más alto que el vigente en los boliches más exclusivos a los que normalmente acuden ellos. Por eso es que el docente se vio en la necesidad de negociar con los propietarios del local para que él y sus alumnos entraran pagando un precio inferior al fijado. Y es que el movimiento del huayño zapateado parece tan grande, generoso y rentable, que hasta puede darse el lujo de prescindir del dinero de un conspicuo estudioso de la música popular y de sus circunstanciales pupilos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario